19.9.11

Industria Cultural – Monopolios Estéticos


Flavio Sanctum
Curinga, pedagogo, escritor y maestría en Ciência da Arte – UFF.
Traducción por Adrián Flores -Rodando Teatro Estética Política-

En su obra La estética del oprimido, Augusto Boal discute de forma enfática sobre como, en su punto de vista, los grupos dominantes de la sociedad monopolizan los medios de producción artística para, a través del arte influenciar a la sociedad de acuerdo con su ideología. Para Boal, hay tres elementos básicos en la comunicación sensible, a la que el llama comunicación estética: Palabra, Imagen y Sonido, que son inherentes a todo ser humano. Desde que nacemos, utilizamos esas herramientas sensibles en nuestro cotidiano, creando metáforas de la realidad y consecuentemente creando arte. Por eso, en la teoría de Boal, todo ser humano nace artista: “ Conviene no olvidar que ser humano es ser artista y ser artista es ser humano. Arte es vocación humana, es lo que mas humano existe en el ser”. (Boal, 2009, p.138) Conforme crecemos, vamos siendo “desalfabetizados” estéticamente por los medio de comunicación. Y no pensemos en los medios de comunicación como una forma singular, mas, si, ampliamente, desde la relación en nuestro contacto con la familia, la religión, la escuela y, es obvio, la propia industria cultural*. Para Boal, ese proceso se da a fin de controla a la sociedad.

A el contrario de las sociedades espectaculares, las sociedades del espectáculo*, como entiende Guy Debord, son conscientemente dirigidas por aquellos que tienen poder y quieren preservarlo, ¡tienen remitente y destinatario! Promueven presentaciones de teatro, cine, TV e Internet, que son formas de espectáculo destinadas a cautivar o intimidar ciudadanos e integrarlos a una sociedad dominada por los opresores, que controlan su contenido, sus formas y sus efectos. Son totalmente conscientes en la emisión, aunque no siempre en la recepción; el emisor sabe lo que hace, el receptor no siempre sabe lo que sufre. (Boal, 2009, p. 142)

Comparando ese pensamiento de Boal con el del filósofo alemán Theodor Adorno sobre la Industria Cultural, notamos que, en ambas filosofías, hay la existencia  de una clase superior, que controla los medios de producción cultural para dominar e domesticar la sociedad. Tanto Boal como Adorno creen que a través de procesos sensibles las personas son llevadas a el comodismo, tornándose espectadores pasivos y sonámbulos, receptores de informaciones prontas y fabricadas, repetitivas, que cada vez mas alienan y minimizan el pensamiento crítico.

La atrofia de la imaginación y de la espontaneidad del consumidor cultural de hoy no tiene necesidad de ser explicada en términos psicológicos. Los propios productos, desde lo mas típico, el filme sonoro, paralizan aquellas capacidades por la propia construcción objetiva de las mismas. Ellos son hechos de forma que su presentación requiere y exige, por un lado, rapidez de percepción, capacidad de observación y competencia específica, y por otro están hechos para vetar de inicio la actividad mental del espectador, si el no quisiera perder los hechos que rápidamente se desarrollan en frente suyo. (Adorno, 2002,p.16)





En muchos casos pasamos por una degeneración de nuestro aspecto sensible y somos llevados a aceptar todo de forma inconsciente. Boal afirma que ese proceso se da neurológicamente, a través de estímulos neuronales repetidos. El cerebro se acostumbra con determinados mensajes y crea estructuras que repelen o absorben lo que les parece diferente. Y sería ese punto frágil de la sociedad que la industria cultural influencia y domina

Adorno se basa en el ejemplo del cinema y la rádio para explicarnos de que forma las informaciones nos llegan enlatadas de significados completamente diseccionados a los intereses de la casta opresora, que tiene el objetivo no solo de alienar, también el de reforzar el consumo desenfrenado de  sus productos. El considera que el cinema y la rádio, y aquí podemos ampliar y pensar en la TV, en la Internet y en todos los medios de comunicación actuales, sirven de vitrina para la comercialización descarada de productos y servicios. Y no hablamos solamente de los horarios vendidos para la propaganda, mas también de todo aquello que nos llega como “obra artística”, arte embutida. Y el filósofo va mas allá, el afirma que la industria cultural se apoya en la idea del entretenimiento, que debería ser visto de forma positiva- tiempo de ocio. Sin embargo, es en ese proceso de diversión que está insertado todo mecanismo de opresión y dominación, ya que los procesos de la industria cultural para el entretenimiento se apoderan de los mismos elementos del cotidiano trabajador, formando así una cadena repetitiva y alienatoria, en que el individuo no percibe que, mismo en su momento de diversión, precisa continuar consumido. La idea del hacer nada, del total ocio, es enfrentada por la industria de modo a que el sujeto sea llevado a nunca producir, a nunca crear. Es necesario trabajar y consumir para estar inserto de forma positiva en la sociedad.

Al mismo tiempo en que la sociedad se deleita al ver una película romántica, desando tener momentos felices, en la que los problemas son minimizados por el beso apasionado del galán de Hollywood, ella está destinada a volver a su vida mundana después del “The End” en el oscuro de la sala. Y ese proceso de búsqueda por la felicidad es incentivado por la Industria Cultural – uno que nunca acontecerá en la vida real, solamente en las telenovelas u obras cinematográficas-. Lo que se desea  es exhibir a los actores y las actrices, vender carros y detergentes, haciendo que el espectador/consumidor cree  una dependencia por esa  misma industria que lo arrasa.

La liberación prometida por el entretenimiento es la del pensamiento como negación. La imprudencia de la pregunta retórica: ¿Qué es lo que la gente quiere?
Consiste en dirigirse a las personas fingiendo ser tratadas como sujetos pensantes, cuando su intención, en la realidad, es el de  deshabituarlas a el contacto con la subjetividad. (Adorno, 2002, pp. 41-2)

Boal afirma que, a través de los procesos de degradación de lo sensible, la sociedad se torna esclava de los medios de comunicación – aquí podemos leer como Industria Cultural – y que por medio de esos mismos elementos de dominación es que el oprimido puede liberarse.



La usual violencia de las películas y de la TV busca llevar a los espectadores a el miedo y al desequilibrio emocional que se asemejan a los primeros meses de vida del bebe delante del espanto que le causa el mundo. Busca reproducir la misma impotencia infantil para que sus víctimas adultas estén a merced, así como los infantes están a merced de sus mayores.
Esa infantilización del espectador es peligrosa por que inculca en su cerebro pasivo un mundo virtual fabricado por los dueños de los medios de comunicación, con sus valores e intereses. Esa es la forma mas insidiosa de invasión, que, por si sola, justifica la urgente creación y desenvolvimiento, en todas las clase y grupos de oprimidos, de una poderosa Estética. (Boal 2009, p.148)


Muchos escritos e investigaciones sobre Adorno afirman que el filósofo tiene un lado pesimista al retratar a la sociedad. Varios capítulos de su teoría nos llevan a creer que sería difícil escapar de esa industria del entretenimiento que nos aflige y de cualquier modo nos traga, transformándonos o en productos o en consumidores alienados.

La única opción es colaborar o marginal-izarse : las personas que, en contra del cine y/o la radio recorren la eterna belleza o el teatro amador (Estilo de teatro de fines del siglo XIX e inicios del XX hecho por actores no profesionales con propuestas alternativas en Brasil) ya están políticamente en la posición para la cual la cultura de masa esta empujándolos.

Podemos quedar temerosos cuando Adorno (2002) sustenta que “La violencia de la sociedad industrial operan en los hombres de una vez por todas” (pp. 16-7) No me propongo defender el punto de Adorno o a reflexionar del lado pesimista de su obra, con todo eso presento en confrontación lo que Boal declara sobre nuestra posibilidad de enfrentamiento de esa misma industria cultural.

El legado dejado por Boal orienta a los Curingas del Centro de Teatro del oprimido y todos los practicante de su Método a realizar sus prácticas artísticas de modo a estimular el pensamiento sensible de los participantes, para la reactivación de áreas del cerebro que están adormecidas por la repetición indiscriminada de informaciones predatorias. Esos estímulos provocarían una activación en neuronios específicos, que Boal bautizo como Neuronios Estéticos. Y, a través de esa activación neuronal, la experimentación del método nos muestra la posibilidad de “desmecanización” física e intelectual de las clases oprimidas, propiciando un redescubrimiento de la potencialidad de la producción artística.

Proponiendo la ocupación del espacio teatral, y la modificación de la acción realizada por el oprimido, la transformación de la realidad opresora a través del arte, el Método del teatro del Oprimido es una posibilidad concreta de luchar contra las ideas opresivas de la sociedad capitalista de nuestro tiempo. El              “ Busca, a través del arte, permitir a el ciudadano cuestionar dogmas y certezas, hábitos y costumbres que soportamos en nuestras vidas” (Boal, 2009, p. 158)

Francamente, no se lo que el filosofo alemán diría o pensaría sobre el Teatro del Oprimido, pero, en mi punto de vista, Boal nos muestra una luz en el fin de ese túnel pesimista que Adorno señala. El nos hace acreditar y luchar activamente por una sociedad mas justa e igualitaria, dialogal y democrática, donde haya espacio para las diferencias y donde el ser humano pueda ejercitarse como artista y como creador.
                            


BIBLIOGRAFIA

ADORNO, T.W. Indústria cultural e sociedade. São Paulo: Editora Paz e Terra, 2002.
BOAL, A. A estética do oprimido. Rio de Janeiro: Editora Garamond, 2009.

*Todas las sociedades humanas son espectaculares en su cotidiano, y producen espectáculos en momentos especiales. Al contrario de las sociedades espectaculares, las sociedades del espectáculo son las que concientemente dirigidas quieren preservar el poder. Guy Debord

No hay comentarios:

Publicar un comentario